lunes, 26 de febrero de 2007

Otro enfoque

Joaquín Maldonado.


Intentaré hacer de abogado del diablo y ponerme en la piel de un posible usuario de estas terapias e imaginar algunas de las posibles razones por las que un ciudadano, al pasar por delante de alguna de las consultas o clínicas de terapias alternativas, decide entrar y probar cualquiera de estos métodos de curación, sanación o simple mejoría de sus achaques.

1.- La Novedad: De entrada es evidente que su aparición les da el plus del interés que crea todo lo nuevo.
2.- Fiabilidad: Su crecimiento y paulatina expansión por nuestra geografía les confiere cierta fiabilidad.
3.- Más comprensibles: Se basan en conocimientos de fácil comprensión para el ciudadano común, "Ying-Yang" "bien-mal". Dietas sanas y naturales, la ecología y la naturaleza. Proporciones mínimas de las sustancias que nos dañan , para crear defensas infinitas. Masajes que movilizan fluidos con efectos no conocidos por estos lares, etc.
4.- Más espirituales: También está esa parte de "espiritualidad oriental" que emanan algunas de esas terapias y de las que carece nuestra científica pero fría medicina occidental. Dicha atención especial es un imán para muchos ciudadanos, que buscan algo más en la relación terapeuta-enfermo de lo que les ofrece habitualmente nuestra sanidad.
5.- El milagro: Y por último hay ciudadanos que simplemente buscan un milagro, y ¿porqué no intentarlo con estos métodos?.

Evidentemente parece que hay una parte de la población que es y será usuaria de estas terapias alternativas, posiblemente al principio su número será mayor, dada su novedad, hasta que progresivamente el tiempo vaya poniendo a cada una en su sitio.

Desde el punto de vista de la inevitabilidad de que hay y habrán usuarios de dichas terapias con escaso o nulo conocimiento real de las mismas, su regulación administrativa es pertinente para intentar evitar los engaños masivos y sobre todo, las posibles secuelas para los usuarios de las mismas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joaqín, a mi juicio el projecto tiene un alcance mayor que el que entiendo que tú sugieres.
Estoy convencido de que no es sino otro síntoma de un cierto populismo de nuevo corte, que prima las emociones sobre el uso de la razón y el libre albedrío.
Y es algo así como la extension lógica del intervencionismo del estado: una vez que extiende la creencia en que la sociedad es una suma de personalidades débiles y desprotegidas, que, como seguras víctimas de algo que son, no pueden razonar de manera independiente, se consigue enmarcar todo problema social en términos emocionales.
Así, tacita a tacita, la política, y por ende la ley, devienen terápia, esto es, gestión de las emociones colectivas.
Es la política del sentirse bien; una prolongación de la del bienestar que debe dotarse a sí misma de aquellos nuevos profesionales capaces de extender esta cultura de la dependencia.
Saludos,
Santi Mondéjar,
Londres, RU.